Casco antiguo de Funchal: Calles estrechas, empedradas y llenas de tiendas, restaurantes y galerías de arte te están esperando. En la Rua de Santa María los establecimientos tienen decoradas sus puertas de entrada con murales creados por diferentes artistas. No dejes de visitar la Catedral de la Sé y el fantástico Mercado de Lavradores. Si subes al barrio de Monte en el funicular, además de admirar las famosas “quintas” (antiguas mansiones) podrás acercarte hasta la tumba de Carlos I de Habsburgo (el último emperador de Austria) en la Iglesia de Nostra Senhora do Monte. En el jardín panorámicose disfruta de preciosas vistas sobre el océano Atlántico. Acércate también hasta los fuertes de São Lourenço y São Tiago, que acogen museos y vistas privilegiadas.
Bodegas Blandy: Ofrecen una visita guiada de aproximadamente una hora de duración. Al encontrarse en pleno centro de la capital, muchos turistas se acercan hasta aquí atraídos por la fama ancestral de los vinos de esta isla.
Paseo Marítimo: Esta avenida une la zona de Lido con Praia Formosa, una bella playa de callaos en el extremo oeste de Funchal. En sus inmediaciones se encuentran espléndidos jardines botánicos y ofrece unas asombrosas vistas del mar y el Cabo Girão.
Parque de Santa Catarina: Desde los apacibles bancos de sus senderos se disfrutan de preciosas vistas sobre la bahía de Funchal. Especies vegetales procedentes de todo el mundo nos proporcionarán sombra durante el paseo.
Jardin Tropical Monte Palace: Una de las visitas imprescindibles de la isla. Situado en el barrio de Monte, abrió sus puertas en 1991 e incluye una de las colecciones de azulejos más importantes de Portugal, expuestos entre una soberbia muestra de vegetación tropical. Déjate arrastrar por su magia y dedícale todo el tiempo que sea necesario al placer de pasear y observar.
Jardín Botánico: Presume de contar con más de 2000 especies vegetales, además de presentar un colorido y una armonía en sus formas únicas. Además de ser uno de los lugares de esparcimiento favoritos de los isleños, es también un centro cultural y científico.
Las Ilhas Desertas: Este conjunto de pequeños islotes conserva el último refugio de la foca monje de todo el Océano Atlántico. De ahí que se encuentre protegido por una Reserva Natural.
Playas: La joya del archipiélago la encontramos en la isla de Porto Santo. En la playa del mismo nombre, de 9 kilómetros de largo y fina arena blanca, creerás estar visitando cualquier paraíso tropical. Por el contrario, la isla de Madeira no destaca precisamente por sus playas, aunque lo benigno del clima puede invitarte a acercarte hasta la de Ribeira Brava, Praia Formosa, Praia de Calheta, Jardim do Mar o Ponta do Sol. Algunas son artificiales y otras de callaos, por lo que muchos optan por las piscinas naturales. Nadar en las pozas que se forman entre las coladas volcánicas es toda una experiencia.